Tromsø, la capital del Ártico, es considerada como una de las mejores zonas para ver auroras boreales. Situado en el Círculo Polar Ártico, Tromsø es una ciudad muy cosmopolita donde podremos realizar distintas actividades.
Nuestro viaje fotográfico por las Islas nos llevará a los lugares más fotogénicos de este archipiélago al norte de Noruega. Fotografiaremos pueblos de pescadores tan emblemáticos como Hamnøy y Reine, playas de aguas turquesas como Haukland o Vik y fiordos tan impresionantes como los que se ven desde Uttakleiv o Skagsanden. Por supuesto estaremos atentos a las auroras boreales.
Tomar esta decisión y enfrentarme a mi «opera prima» fotográfica me ha llevado muchos años. Varios han sido los motivos que siempre me han frenado, pero por fin he decido «tirarme al barro». Sois muchos los que me habéis empujado a dar este paso, y por tanto, ya no tengo más excusas y tendré que enfrentarme a todas las barreras que siempre me he puesto y creo que ese día ha llegado.
Este proyecto nació en 2015 cuando mis imágenes inspiraron la visión literaria de mi amiga, afincada en León, María del Carmen Pernas Martínez. Una sucesión de encuentros virtuales y personales nos acercaron. Unieron la imagen con la literatura, la fotografía con la escritura cuneiforme, la memoria del barro con los símbolos del lenguaje primigenio, haciendo de nexo, queriendo recordar tiempos pasados, lenguajes antiguos, en definitiva acercando pasado y presente, viajando a través del tiempo, para construir un nuevo mensaje que ha sido un regalo de la Naturaleza.
Los textos están escritos por María del Carmen Pernas Martínez, que sin lugar a duda aporta un valor estético y literario a la obra.
La música es de Miguel Ángel Pugnaire Sáez y la pieza musical es «Epílogo».
Comisario: Ramón L. Pérez Pinar
Mi deseo que es disfrutéis de este paseo virtual, tanto como nosotros hemos disfrutado al construir este mensaje foto-literario-musical. Gracias por estar al otro lado y viajar con nosotros.
Escucha, quienquiera que fueres…
Detente por favor un momento junto al camino…y siente el alma de los dioses de la naturaleza …
Quizá nunca lleguemos a comprender del todo sus esencias, porque saben secretos que jamás alcanzaremos.
Lejano es su latido… Hablan las lenguas del tiempo.
Nosotros todavía no estábamos aquí cuando ellos habitaban en las oquedades de las rocas, en el alma vegetal de lo profundo de los bosques… Quizá, en este lugar, guardaron para siempre los sonidos de sus arpas… Las voces solares de las fiestas de la luz… El paso de los rebaños, el galope de los caballos en la oscuridad, los gritos de los guerreros en las montañas o los cantos de los navegantes hendiendo las olas en el mar…
Desearía decirte que todos dejaron una vez su aliento sobre la tierra… Porque hubo gentes que les dirigieron sus pensamientos, sus anhelos y sus súplicas… Esto quizá, es lo que les otorga esencia divina.
Mira, viajero…
Nosotros, tal vez llegamos aquí de uno en uno… a sentarnos junto a las piedras de la orilla… a escuchar el pulso de los días
Y por eso, es un milagro encontrarnos hoy, junto al rumor del río de la vida.
Alguien escribió nuestros nombres en la corteza milenaria de los árboles en ese instante fugaz mientras pasa la corriente…
Y así, por un segundo, entre millones de años, coinciden tu huella y mi mirada, en el minúsculo intervalo que se desliza como un cendal suave entre la foto y la memoria.
Escucha, quienquiera que fueres…
¿Por qué el barro?
Hace miles de años, los escribas mesopotámicos tomaron en sus manos una caña, y sobre el barro plasmaron el pensamiento de su civilización.
Sobre tablillas escribieron las primeras transacciones económicas, la memoria de las ofrendas depositadas en los templos, los registros de la cerveza, el cereal o las ovejas…
En la voz de la arcilla guardaron para generaciones venideras, los nombres de las estrellas, de los árboles, de los pájaros…
Las primeras cosmogonías, los mitos de creación, las historias de los reyes legendarios, y los relatos de ciudades fabulosas, que existieron en un tiempo que se refiere a los “hombres y mujeres que estuvieron frente al diluvio”.
Cada vez que volvemos la vista al barro, encontramos cuestiones que nos atañen a todos: El poder de la palabra, el amor, el dolor , vida, la muerte, la mirada del hombre hacia la trascendencia, los tráfagos y cuestiones de la vida diaria, las facturas, las cartas, la medicina …
En el barro están las escuelas, la farmacopea, los libros sapienciales, las matemáticas, la astronomía, las súplicas, las preguntas, y también algunas respuestas.
Cuando el gran Gilgamesh atraviesa los confines del mundo, dolido, y doliente por la muerte de su amigo Enkidu…
Todos somos él otra vez, todos quizá nos encontramos con la misteriosa tabernera, llamada Shiduri, y quizá desde aquellos lejanos días, tenemos todavía las mismas preguntas que aquel rey de la lejana Uruk.
Todos buscamos en alguna ocasión aquella planta mitológica, aunque como dice el relato fuera “Una planta espinosa que crece en los abismos”
En las fotos de Miguel Gil, quizá de alguna manera, vuelve la arcilla, vuelve el barro, vuelven las preguntas… porque tal vez todo vuelve a empezar … Ayer…hoy…mañana…siempre…otra vez…
María del Carmen Pernas Martínez